Comentarios de Arte

 

 

PINTURAS Y ESCULTURAS DE VICENTE GUTIERREZ TASCON

 

 

 

La galería Orfila despide el año con una espléndida muestra individual del artista leonés Vicente Gutiérrez-Tascón que reúne óleos sobre lienzo de diverso formato dedicados en su mayoría a  la figura humana. Con una sólida formación a sus espaldas y una amplia experiencia vital y artística, este autor libre de normativas convencionales, desde siempre se ha sentido atraído por la construcción de anatomías escultóricas y espacios poco referenciales. Sus obras recientes demuestran la madurez alcanzada en una pintura asentada en originales cánones neoclásicos nada ortodoxos para delimitar espacios y dar volumen a unos cuerpos que en cierta medida, recuerdan a los estilos arcaicos de la estatuaria griega. Movimientos congelados, ademanes y poses de un dualismo estudiado con meticulosidad, dan relevancia representativa a un diálogo amoroso entre hombre y mujer; una iconografía que  funde simbologías míticas y religiosas, sensualidad y trascendencia.

Gutiérrez Tascón demuestra una vez más que el arte debe poseer la elegancia fundamentada en la armonía de formas y colores, cuyo equilibrio interno no necesariamente se basa en proporciones o medidas académicas, sino que, dentro de su cuidada terminación, puede conformarse desde visiones variadas en torno al ideal natural.  Gran dibujante y colorista, los cuadros de este loado artista castellano-leonés, vindican una pintura férreamente arraigada en lo constructivo sin perder nunca el lado poético que arroga la línea del arabesco, en cuyos contornos se albergan las formas opulentas. Volúmenes carnales, telas y paños de pliegues ampulosos u ondulantes, sostienen todo un rico repertorio de luces y sombras de enorme sutilidad que entiende a su vez la delicada gradación y los bellos contrastes de los tonos cromáticos. El óleo, la técnica empleada de manera habitual por el artista, parece así mismo en su claridad luminosa, una emulación de procesos más vinculados a la pintura mural o el temple. No en vano Gutiérrez Tascón se deleita en los grandes maestros primitivos italianos y el arte florentino del Cuatrocientos. Como apunta Antonio Leyva en el catálogo de la muestra: “estas pinturas son el soporte intelectual de un entendimiento "florentino" de la forma y el espacio, argumentado por un esquematismo de asumida ascendencia neocubista…”

Licenciado en Bellas Artes por la Escuela de San Fernando, se especializa en dibujo, vidriera y cerámica. Gran amante y estudioso del arte y su historia, Vicente Gutiérrez Tascón marcha a París una vez concluidos estudios, ciudad donde continuó formándose como artista. Su temperamento viajero le lleva a recorrer distintos países europeos, Italia, Portugal, Grecia, Inglaterra. A lo largo de su extensa trayectoria, ha celebrado múltiples exposiciones en salas españolas, así como en Londres y París, además de exponer en Méjico. Esta que ahora celebra en Madrid, es su quinta individual en la galería Orfila.

REVISTA INFOENPUNTO

A.G.R.

5 Enero 2017



 

Para pintar lo humano, para dibujar la figura, hace falta estar dotado de superiores cualidades artísticas. Si además se poseen cualidades humanas como la honradez, el idealismo, la honestidad, el resultado es un arte fresco, fuerte, lleno de pureza, que sale limpio de la cabeza del artista se trasmite por el pincel al cuadro.

La obra que propone Vicente Gutiérrez Tascón (León) en la galería Orfila, es un canto a la figura humana en sus más cotidianas  ocupaciones, dotadas de un contenido espiritual, conceptual, que manifiesta una aptitud y una forma de ser natural, llena de existencialismo. Pinta la figura humana a su estilo, con formas rotundas y miradas que no confluyen, a las que les da un concepto moderno que, desde una perspectiva óptica, está hecha para disfrutar.


Los óleos sobre tela de Vicente Gutiérrez Tascón presentan un equilibrio entre pastas y colores, que ofrece como resultado una obra que parece descuidada, casi sin terminar, a veces mostrando la tela sin pintar, pero es sólo la manera de mostrar frescura y fuerza a sus creaciones, pues no engaña, lo hace a propósito, porque así es como tras emplear esta fórmula, sus cuadros arrojan un particular concepto de emoción. Es una técnica premeditada, hecha para disfrutar, él pintando y el espectador observando, pues de ahí se desprende ese contenido místico, propio, único del hombre idealista lleno de honradez.

Los rostros de las mujeres que pinta Vicente Gutiérrez Tascón, tiene esa expresividad una mirada sugerente que constituyen por sí solos un homenaje a lo femenino, creyendo en ella, captándola en cualquier situación cotidiana.


Sus paisajes están llenos de luz otoñal y cuentan con ese efecto atmosférico que los hacen ser tal cual son, como los vemos, como los imaginamos, como los ha visto el pintor.

La exposición la completan cuatro esculturas de bronce: es también la mujer, la madre, la hembra que siempre es protagonista. De bella factura y perfecto acabado, su escultura y su pintura tienen en común una limpieza expresiva que caracteriza a este artista.

El trabajo se ofrece al espectador como un capricho del artista que ha huido de dar a su obra un sentido definido.


JAVIER JIMENEZ CANALES

(EL PUNTO DE LAS ARTES 14 AL 27 MARZO 2008)

Galería Orfila



La obra de Vicente Gutiérrez Tascón parte de una concepción del Arte como medio de comunicar sensaciones. La materia pictórica es, para este autor un mero soporte  por lo que esta relación creador/espectador se lleva a efectos.


El resultado es un tratamiento meticuloso de la línea que, justo a una especial sensibilidad para captar y plasmar la luz, se erige en la esencia del modelado de sus figuras. L que impresiona en el dibujo de Vicente Gutiérrez Tascón es la sugerente rigidez de sus trazos y el meditado equilibrio dramático de sus formas.


La sencillez con que parece tratado el color es solo aparente. La gama cromática es parte fundamental del lirismo que rodea a las mujeres y niños, personajes principales de los oleos del pintor leones.

Gutiérrez Tascón no presta atención a los paisajes; sus figuras, resignadas y serenas, no necesitan de un espacio de un tiempo para definirse. Su fuerza está en la personalidad que el pintor sabe imprimirlas, en el carácter universal, en lo humano por lo humano de unos seres vitales sin gestos identificados por una expresión corporal que muestra el ocaso de las ilusiones o el renacer de las esperanzas.


Se trata de una interpretación pesimista en la medida en que la poesía lo es de la historia y del papel que el ser humano está “obligado” a afrontar como su principal protagonista.


ISAAC  G. TORIBIO (Critico de Arte)






Ante el gárrulo imperativo de la critica de arte actual, en su mayoría proclive a encumbrar la ya aceptada y extendida fama de un artista, o interesada en providencia a un audaz ególatra un éxito ficticio, al amparo de la satinada calidad de un catalogo o revista, me complace la gran satisfacción de discurrir sobre la obra de Vicente Gutiérrez Tascón, leones de pro, mensajero seráfico de la belleza y genuino escultor-pintor, no para calificarle o situarle en caprichosa preeminencia, sino para estimar su talento y cualidades, tanto en el lienzo como en la perpetuidad del bronce para perenne testimonio de del arte riguroso y de la dádiva de su generosa, sencilla, franciscana lección de espiritualidad.


Privilegio es sentir emanar de unas esculturas tan hondo y concentrado sentimiento, austeridad realismo, armónicamente, como el agua limpia surgiendo viva y radiante en su venero-vena de inefable encanto que fluye en la obra de este joven, artista de excepción.


Ante tanta reiterada y monótona exposición en la dubitable actualidad,`por lo común, incongruente y escatológica, denominada enfáticamente “cultura”- es gratificante y sosegado hallarse, contemplativos, ante una angélica exaltación de la maternidad, la ternura, la protección, la cotidiana tarea, la  gratitud, la serenísima paz del alma, el condensado amor, todo ello expresado en profundidad. Como lo evidencia, lo sutil, el gesto reverente del índice posándose en los labios.


Porque la obra de Gutiérrez Tascón es así; pura emoción contenida; intimo tesoro, toda ella verdad humana y amplia magna comprensión.


Si hay excelsos líricos cantores de la Madre Tierra –desde la Grecia mítica hasta el más laureado vate en el presente- escasos son los que hayan amado y exaltado en su virtud, hermosura y magnificencia a la Mujer Madre, como este prodigioso mago, amador suyo, capaz de transmitirnos su propia veneración a los demás, haciéndonos, con su bondad, sus deudos.


Si sus escultura son obra magistral, sus óleos –figuras cándidas, sucintas, tiernas, geométricamente perfiladas, con el realce de un leve claroscuro- son el diseño ideal para fijarlas, emplomadas, en vidrieras donde la luz de León, infiltrándolas, descubriera su interior vital, grave, rectilíneo, con la placidez con que su autor las ha creado. Es esta solidez sencilla la posibilidad más concreta de expresión. El sentimiento es mudo; lagrima o ahogo. La obra de Gutiérrez Tascón es: pues, obra pura de arte, habida cuenta de que, en su sencillez, nos lo dice todo con máxima elocuencia, el bronce y el color.

No es ditirambo; no es exceso. Reconocer el valor, 3el talento, la singularidad del prójimo y proclamarlo, nos avala honrados. Compruébenlo quienes se detentan, atentos. Ante las esculturas o las pinturas de este artista integro, y todos, en absoluto, sinceramente, lo ratificaran con migo.


Tal es la reciedumbre del arte verdadero. Tal es así quien, como Vicente Gutiérrez Tascón, nace y es un artista autentico. Etéreo espíritu en bronce perdurable.


EDUARDO MARTINEZ DIAZ

(Critico y comentarista de Arte, 1.987)



La obra de Vicente Gutiérrez Tascón está impregnada de un áurea de luminosidad inmaterial que sublima la belleza y eleva al espectador a un mundo onírico de sueños imposibles, encantamientos y juventud sin macula. Dirías que la nausea, la vulgaridad, la desmesura no existen. Sus modelos o figuras parecen arrancadas de un friso del Partenón o de una ánfora griega sin tiempo e introducidas de golpe en la magia de la modernidad.


Si de algo peca la pintura de Vicente Gutiérrez Tascón es de exceso de belleza, que el artista recrea de manera redentora huyendo de la miseria, el dolor y los envilecimientos de la condición humana, no trascendentes, elevándonos a un mundo más feliz, mas limpio. Vicente Gutiérrez Tascón se refugia como un niño que huye de una pesadilla en la parte más pura y recóndita donde palpita el misterio mismo del ser. ¿Acaso Hombres y mujeres abandonan su naturaleza corpórea. Se espiritualizan y ascienden al Olimpo de los semidioses clásicos. Nunca sabremos del todo si son sílfides, efebos, nereidas o elevadas ensoñaciones.


Las figuras alumbradas por Vicente Gutiérrez Tascón destacan en tofo su fulgor sobre fondos desolados y etéreos: cálices, gallos, pájaros, mares infinitos motivos florales, caballos que galopan sin viento, cariátides que soportan columnas, angelotes expulsados del paraíso imposibles palomas compartidas, soles que no alumbran, Venus que no perdieron sus brazos y torsos de Apolos trepidantes. Un mundo de sensibilidad, joven, niño, asombrado, en el que todos quisiéramos habitar.


De la pintura de Vicente Gutiérrez Tascón podría afirmarse lo que nos alumbra Kandinsky en su ensayo “De lo espiritual en el arte”: el color que por si mismo es una material de contrapunto, y que encierra infinitas posibilidades, creara, en unión del dibujo, el gran contrapunto pictórico, con el que también la pintura llegar a la composición y como arte verdaderamente puro, se pondrá al servicio de lo divino.


¿Fuga? ¿Equilibrio? ¿Metamorfosis plástica? Materia y color que se desnudan con Vicente Gutiérrez Tascón.


JOSE MANUEL PARRILLA

(Presentación del escritor-1994)



Como un artista del Renacimiento, busca y encuentra en cada una de las manifestaciones que acomete el tono de humanidad que salva la obra de cualquier intento de penitencia. Que si un punto de contrición  da a un alma la salvación, un acto de voluntad creadora inscribe en el libro de las patentes un nombre: Vicente Gutiérrez Tascón.

Y no importa que éste no sea registrado con la debida caligrafía cuando se trata de continuar el ejercicio de las confusiones. Pues que también en pintura como en poesía, el arte, su dimensión, profundidad y altura se explican y se conjuran por si mismos.


La pintura de Vicente Gutiérrez Tascón no mueve a engaño; es como es: directa, aparentemente simple en su formulación y en su coloración; las formas responde a un concepto estructural de la composición, pero incluso en su esquematismo se adivina, se percibe un intimo temblor humano, una porfiada serenidad interna; la gracia y la luminosidad que emanan de la alegría creadora.

Contemplando la obra pictórica de Vicente Gutiérrez Tascón se obtiene lo que al decir de Ortega y Gasset constituye su merito mayor, su confidencia más rica: el estado de serenidad que sucede a la sorpresa suscitada por la realidad. No se olvide que según el filósofo “la obra de arte es inevitablemente, una isla imaginaria que flota rodeada de realidad por todas partes”

.

Y es –sin gran esfuerzo cabe imaginarlo y aun comprobarlo- precisamente vida lo que rodea a las figuras, que no figuraciones, del mundo de Vicente Gutiérrez Tascón: sus grupos escorados sobre la clarificación del lienzo, sus maternidades líricas; sus mujeres de amor y de oficio, con sus cantaros sonoros y sus vientres de delicadas residencias.

Y no es extraño que el arte del leonés tenga tan asiduas y devotas fidelidades en México, por ejemplo, entre los mercados de arte de consignación valiosa, porque algo y aun mucho hay en sus figuras, en sus composiciones, en sus coloraciones, que recuerda el esquematismo directo de la obra mural de los maestros mexicanos, en la que también los personajes, aun en su entrañado épico, poseen un halo de dolorida, de estremecida humanidad.


¿Vicente Gutiérrez Tascón pintor mural? No, es absurdo pretenderlo. Si reunimos, en un ejercicio de imaginación y de voluntad, todos los elementos constitutivos de su muestra, obtendremos el extraordinario mural expresionista del mundo deseado.


Si, por una de esas tendencias morbosas a las cuales está siempre sujeto el contemplador se empeñara éste en establecer las diferencias posibles entre la obra surgida en las distintas épocas de Vicente Gutiérrez Tascón, tal vez se sorprendiera de la aparente mutación, en su obra actual, de aquella serena, pura y simple enunciación de un mundo estricto, poblado de seres henchidos, quiero decir llenos de humanidad, redondo mundo para el más fácil y bello resplandor de las formas, del color. Un mundo sin esquinas, como salido en un primer ensayo de la Creación.


El pintor, en un rapto de apasionamiento, de enamoramiento, ha rasgado los velos del templo, ha despojado a sus figuras femeninas de los marmóreos vestidos y las ha propuesto a la admirada sorpresa del público púdicamente, deslumbradoramente desnudas. Para amparar este frenesí de luminosidad mediterránea, de apogeo de la castidad de la carne, el artista recurre a la mitología y emplaza símbolos, representaciones y alusiones para ampliar el índice de sugestiones que el cuadro proporciona. Lo que ha cambiado en Vicente Gutiérrez Tascón es el compromiso que tenía contraído con sus fieles y la fórmula, el instrumento para la más cabal expresión: la pincelada es ahora transparente, fluida, delicada; el color rico en matices; la composición armoniosa, clásica, Pintura en vuelo, diría D’Ors.

VICTORIANO CRÉMER

De la asociación de Escritores y Artistas Españoles

Premio Nacional de Poesía



Ha dicho alguien que el dibujo es la inteligencia de la pintura y el color su instinto; Vicente Gutiérrez Tascón es un pintor con inteligencia y con instinto. Como corresponde a un pintor de esta enjundia, su pintura es decidida, valiente y fuerte.

Hay en ella el juego increíble de un pincel que va situando el grueso del color con perfiles mágicos, dando matiz, impulso y perfección asombrosa a un juego de suaves azules, grises, violetas y verdes etc.

Con una técnica suave y controlada su pintura alcanza unas notas altamente expresionistas y humanas. Hay en su exquisito dibujo una gracia etérea para tratar los temas, al mismo tiempo que la observación directa de la realidad en torno, le ha llevado a una considerable capacidad de síntesis de tal modo que sus personajes, sin dejar de ser auténticos  ofrecen una visión muy personal.

Su color y dibujo nos hablan de la deliciosa creación de un Artista de gran intensidad, de gran vigor lírico o trágico, musical y poético pleno de misterio y cadencias. Vicente Gutiérrez Tascón es ante todo es su Arte independiente y autentico con lo humano y su simbolismo.

El espectador podrá calibrar por si mismo estos valores en su obra.

J. P. VERA CAMACHO

(Comentarista y crítico de Arte.- Madrid)



La pintura de Vicente Gutiérrez Tascón, sorprende en principio por su temática.

En su obra no hay paisaje pero sobre todo ha paisaje humano, hombres y mujeres del pueblo que componen unas escenas resueltas con indudable capacidad creadora. En esta pintura hay fuerza y vigor y también lirismo.

Su concepto del dibujo y la manera de emplear el color lo hacen indudablemente interesante.

Es una pintura que va mas allá de lo que refleja dándola un contenido de profundas sugerencias.

En esta desnudez

halla el espiritual

su quietud y descanso.

Juan de la Cruz



La paz y el reposo que el espiritual hallaba en la desnudez, despojamiento y alborozo pero también escocedura, desamparo y condenación, en la obra de Vicente Gutiérrez Tascón, caldeado por púdicos deslumbramientos mediterráneos su “frenesí de luminosidad”  tal advirtiera el poeta Victoriano Cremer, se instalan con en verdad sorprendente naturalidad. Con sorprendente, fervorosa y grata naturalidad.

Hecho singular en un mundo, el nuestro, que pareciera únicamente regido por el delito y la desesperanza. Por la barbarie con que nos solazamos en el orteguiano contorno inevitable que tan despreocupados habitamos: desgarro y materia soliviantada para el expresionismo y la abstracción, turbiedad estremecida e hiriente en la testificación de Francis Bacón o angustiada inquisición aniquiladora para Lucian Freud, pintor éste con quien el que ahora nos convoca, de no ser por su dilatada porfía con el color que alumbra el misterio de la anunciación de cuanto palpita y estremece – y por esa misma palpitación – pudo identificar alguno de sus encardinamientos.


La calma y el sosiego el apaciguamiento gozoso y ensimismado de Gutiérrez Tascón, suponen un jubiloso contrapunto de mesura y confidencialidad, de serenidad y deleit

Estas contenciones aroman aquel “frenesí de luminosidad” con un misticismo pánico y sensual, dichoso, terrenal. Son el soporte, digamos intelectual, de un entendimiento “florentino” de la forma y del espacio, argumentado por un esquematismo de asumida ascendencia cubista, despojado, ajeno a toda tentación barroca, de limpio y terso cromatismo.

Con tales elementos constructivos y de pensamiento, de vez en vez asentados en mitologías de sutil filiación simbolista, Vicente Gutiérrez Tascón, bien desde el plano bien desde los volúmenes exentos, recrea un universo cálido y silente, de casi clandestina compostura poética.


Antonio Leyva

Escritor. De las asociaciones Española e Internacional de Críticos de Arte.



Con los años, cuando rodado por la vida, he ampliado en algo mi criterio artístico –las obras que me gustan y las que no me gustan, que decía Antón Chejov- añadiendo una tercera jerarquía: la de las obras que me conmueven, que me emocionan. A ésta para mí sublime categoría pertenecen las obras, las artes, de Vicente Gutiérrez Tascón.

La austeridad de las tonalidades, la sobriedad de las luces, la rotundidad de las formas, de las desnudas anatomías que nos ofrece Vicente Gutiérrez Tascón parecen recogidas, inspiradas, a vista simple, en los paisajes que lo acogieron al nacer o en los que ahora rodean su vivir, y guardan también, como éstos, todo un vergel engrandecido por los casi secretos ríos que lo cruzan y enriquecen, igual que hacen en el espacio de estas composiciones el cuidado tacto, caricia, de cada pincelada, cada color, cada una de sus gradaciones o evoluciones cromáticas. Y así, con esa desapercibida y esmerada técnica plena de sensibilidad artística Vicente Gutiérrez Tascón colma, borda, la contundente belleza plástica de cada uno de sus lienzos de ese expresionismo capaz de producirnos, de transmitirnos tantas –y tan humanas- emociones, que recuerdan y ratifican la máxima de Leonardo: “La poesía es pintura ciega; la pintura, poesía muda”.

Porque muda poesía –lírica exenta de lirismo, pura pasión y emoción humana- son estas creaciones pictóricas potentes, vigorosas, que, como cada buen poema por el que nos dejamos invadir, nos llevan a través de sus versos –forma, color, espacial compostura-, desde la búsqueda ajena – toda creación artística es búsqueda- al encuentro con nosotros mismos –recreación- por la senda contemplativa, reflexiva, de la íntima soledad: tal que están sus personajes. Pues sea única la figura, esté ésta acompañada, para mí todas, con sus miradas, nunca enfrentadas, buscan, bien en la fuigada mirada del otro, bien en el horizonte perdido, un refugio, o acaso busquen su por qué, el porqué de su existencia, esas eternas preguntas de la humana singularidad: el hombre, la mujer. Y si acaso alguna de las imágenes, una mujer, un niño, enfrenta nuestra mirada, lo hace como en su momento debió de hacerlo a los ojos de Vicente, preguntándose el porqué de nuestra invasión, que hacemos observándoles, por qué interrumpimos su búsqueda, o quizás también, también seguro, invitándonos a iniciar o a continuar la nuestra. Creaciones, pues, que nos recrean.

He aquí pues el doble valor, potencias del quehacer artístico, que atesoran las obras de Vicente Gutiérrez Tascón: hacen visibles a los otros, nos trascienden, y nos hacen visibles a nosotros mismos, nos interiorizan. Conmueven, mueven con, su fuerza y virtud plástica. Siembran la tierra de Humanidad: de humanas emociones.

Juan  García Campal

Escritor